El Informapitecus
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El mundo es tan chico, que a veces me sorprende. Hace unos meses cuando andaba en Tijuana me encontré con una bailarina exótica de un negocio que tengo en Tuxtla Gutiérrez; es decir, en el extremo de la república.
-¡Hola!, dijo, ¿nos conocemos, verdad? -Agregó.
Y claro que sí, era ella, con quien había vivido una torrencial aventura que casi, casi me lleva al altar.
-No sé, me pareces conocida, pero no recuerdo de dónde, respondí con el afán de quitármela de encima.
-¿Tú eres Jorge?, preguntó.
-No, yo soy Daniel. Tengo un hermano que se llama Jorge y vive en Tuxtla, enfaticé. Ahora recuerdo de dónde te conozco, él me mandó una foto en donde apareces tú.
-Francamente son idénticos, juraría que son la misma persona, en fin creo que es el amor el que me hace verlo en otro rostro.
Y se alejó agitando la mano en un adiós que momentos después se convirtió en un ademán, remarcado con el dedo medio señalando al cielo, que decía chinga a tu madre, cabrón.
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