Herencia genética

Por El Informapitecus (Jorge Hugo Castro Samayoa)
1571 caracteres

Los Ángeles, California, E.U.A, octubre 2007.

Querida Alondra

Te escribo desde el “otro lado” y como siempre sigues en mi corazón.

Mi pastelito preferido, estando en los suburbios de los Ángeles descubrí una mujer con rasgos muy parecidos a los tuyos. Obvio, me aferré a ella. A ella le gusta que le muerda la oreja y que le diga despacito, en un susurro, eres mi putita preferida. Igual que reaccionabas tu, ella abre las fosas nasales, como tomando aire, como queriendo alimentarse con ese placer de escucharme. Al bajar, descubro que está mojada, como a ti te pasaba cuando con voz de poeta de barrio chilango, te repetía unos piropos de albañiles.

Te acuerdas cuando me dijiste “ya todo acabó, será mejor dejarnos de ver”, mi mundo se vino abajo. Con los pocos ahorros que tenía me dispuse irme lejos, lejos de ti. Donde la barrera física me impidiera poder regresar para suplicarte, arrastrarme por una hora contigo.

Años atrás cuando te conocí trabajas para la señora Olga, después, e influenciada por mi llegada al pueblo, eso lo dijiste después. Cuando cansados de hacer el amor te recostabas entre mis brazos, allá en Chiapas, mi tierra adoptiva, decidiste quedarte allí. Habías llegado de El Salvador, ibas en pos del sueño americano.

Con tus dieciocho años recién cumplidos, y aún no conocías el “amor de hombre”. Conmigo aprendiste rápido y exploramos toda la gama sexual. Todo marchaba excelente, hasta que apareció aquel hombre. No, no te lo reprocho, él tenía toda la energía que yo a mis 60 años ya carecía. Te mirabas tan feliz. Yo mientras tanto, pasé hacer un cliente mas. Te había perdido.

Ayer descubrí porque ella se parece tanto a ti, no recuerdo en que momento ni por qué, ella sacó una foto de su hermana, y te miré sonriente, enseñando tus hermosos dientes de marfil.

Soy un hombre afortunado.

Con amor.

Tu sexagenario admirador.


P.D. Te manda saludos Lucy, tu hermana.

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