Diablo Guardian
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Ya habían sido demasiadas noches solitarias en el frío departamento recién adquirido, donde, debido a los gastos realizados para su compra, faltaban muebles, lo cual lo hacía verse más gélido aún.
En la recamara tan solo tenía una cama individual, a la cual había muchas veces culpado por no haber logrado sus objetivos con varias mujeres, y esta vez, era solo el pretexto para no llamar.
Al fin se decidió, cogió el teléfono y marco sin pensarlo. Pidió la número 22. “¡No me vayas a mandar a una gordita, por favor!”, dijo con tono de autoridad, para hacer creer a la operadora que era un experto, pero la verdad es que moría de los nervios.
Al cabo de media hora, el timbre sonó, él abrió sin preguntar y espero pacientemente. Del elevador salió Regina, delgada, con una sonrisa increíble… y no mas de 20 años a sus espaldas. Fue una conexión instantánea, pero algo en ambos les recordaba que eso era un negocio únicamente. Muy placentero, aceptaba Regina, pero al final un negocio que le daba para pagar sus gustos y pasarla bien.
Aún así, algo sucedió desde la primera vez, ya que él quiso que Regina se quedara una hora más, y sin dudar pago por ello. Al final, ella le dejo su teléfono privado con la promesa de “verlo por fuera”.
Así transcurrieron varios encuentros que se prolongaban hasta la mañana siguiente, siempre por el mismo precio. La cama individual, antes despreciada, se convirtió en mudo testigo de los encuentros donde Regina cada vez se sentía más cómoda.
El siempre pensó que para ella era solo un cliente más, hasta que una noche, con el rostro lleno de tristeza, Regina dijo
- Ya no puedo verte más…
- ¿Por qué? – contestó él, visiblemente contrariado
- Es… es que… ¡me estoy encariñando mucho contigo!
Sin decir más, compartieron la noche por última ocasión. Regina abandonó el departamento y corrió hasta llegar a la esquina, donde Paula, su pareja actual, la esperaba para llevarla a casa.
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